Tiempo de tierra a la
vista
Salvador se encontraba en su habitual despacho e iba de un
sitio a otro intentando encontrar explicación alguna de los documentos
encontrados acerca de algo ocurrido en Barcelona 92. Hasta que de nuevo su
secretaria entro en el despacho con rapidez como siempre pasaba y era habitual
sin llamar a la puerta.
Salvador: Seguimos en las mismas que esta secretaria sigue
sin llamar a la puerta.
Angustias: Jefe tenemos problemas, Pedro de Lope no ha
cantado lo de tierra a la vista.
Salvador: Bien pues llame a la patrulla, intentaremos
arreglar el asunto. ¿Y por cierto se sabe algo de Cristóbal Colon?
Angustias: Pues que seguramente tendrá tanta ansiedad que
estará al borde de un ataque de nervios.
Angustias salió del despacho y aviso como era de costumbre a
la patrulla, si la habitual patrulla que todos conocemos. Julián, Amelia y
Alonso los cuales parecían encontrarse distraídos en la cafetería, Alonso con
un nuevo libro esta vez tocaban la literatura del siglo de Bécquer. Amelia
siempre se había caracterizado por ver los ojos de Julián pero este parecía
absorto y a la vez sonriente observando el libro de Alonso.
Tras el aviso del móvil, los tres se miraron y Julián bramó:
-Ya nos toca movernos a salvar el ministerio.
Para que finalmente Alonso aquejado saltara:
-Con la parte buena que tocaba, espero que sea algo de
verdadera importancia.
Los tres caminaron hacia el despacho de Salvador, el cual
parecía que estaba ocupado dentro en alguna de sus conversaciones con alguien
del ministerio.
-Que no, que cuantas veces tengo que contarle que no podemos
poner cañones en la parte alta del Escorial, tranquilo que el monasterio es
seguro Felipe.
Después pareció colgar para finalmente a los tres de la
patrulla, aunque Julián se quedó sonriendo como habitualmente lo hacía cada vez
que algo le sorprendía de nuevo.
-¿Felipe el hijo de Juan Carlos? Preguntó Julián
A lo que enseguida Amelia preguntó:
-¿Juan Carlos?
Para finalmente cortar la conversación Salvador como ya era
habitual y respondía:
-No, es Felipe II que está en su silla observando las obras
y piensa que se tiene que poner cañones en un monasterio que solo servirá para
enterrar a reyes.
A lo que finalmente Julián respondía:
-Siempre se me olvidaba en el examen de historia quien
construyo el Monasterio de El Escorial.
Alonso observaba curioso y se acariciaba su bigote mientras
que intentaba seguir la conservación, aunque sabía de quien se trataba.
Amelia respondió a Julián:
-Es muy fácil fue Juan de Herrera.
Y como ya era tarde Salvador se puso a agitar los brazos
como si de un profesor de colegio se tratase cuando los alumnos no paran de
hablar en mitad de la clase y no le dejan de dar la explicación.
-Vamos a lo serio, se habla de que Cristóbal Colon tiene un ataque de nervios y no puede medir la tensa situación, para colmo Pedro de Lope aparte de quedarse dormido cuando tenía que haber gritado tierra, se ha quedado afónico así que tenemos que ayudarle porque como siga cambiando de rumbo el barco de Colon vamos a descubrir Pernambuco o directamente Cristóbal Colon será colgado del palo mayor por haber prometido cosas que no se pueden cumplir.
-Vamos a lo serio, se habla de que Cristóbal Colon tiene un ataque de nervios y no puede medir la tensa situación, para colmo Pedro de Lope aparte de quedarse dormido cuando tenía que haber gritado tierra, se ha quedado afónico así que tenemos que ayudarle porque como siga cambiando de rumbo el barco de Colon vamos a descubrir Pernambuco o directamente Cristóbal Colon será colgado del palo mayor por haber prometido cosas que no se pueden cumplir.
Alonso muy serio preguntó:
-¿Pero Colon tenía razón no?
A lo que Amelia respondió:
-Si tenía razón pero sus hombres deseaban que se tocase
tierra en cuanto antes, antiguamente los viajes en barco.
Alonso asustado bramó:
-¿Vamos a viajar en barco?
Julián divertido respondió:
-Siempre podemos dejarte aquí
Salvador viendo que Alonso parecía quedarse atrás y a lo que
el ya parecía de saber de otra aventura del pasado le señalo un vaso y
respondió:
-Para eso ya tenemos las medidas necesarias.
Julián observó aquel vaso de un color blanco nieve bastante
inusual.
-¿Le vais a drogar?
Y finalmente Salvador le alzo el vaso a Alonso para que este
se persignará un par de veces y alzase de nuevo su voz.
-No confío en los matasanos, espero que este brebaje no me
lleve a la tumba.
Alonso cayó desplomado y Julián además de Amelia cogió a
Alonso para que no cayera en el suelo, alarmados miraron a Salvador.
-Parece que ha hecho efecto el sedante.
A lo que Amelia alarmada preguntó:
¿Ahora se droga a los empleados del Ministerio?
Y Salvador respondió:
-Tan solo en ocasiones especiales, seguramente que no se
enterará de nada cuando ya esté en el barco.
A lo que Julián preguntó:
-¿Y en la vuelta como lo hacemos?
Salvador finalmente dijo:
-Tranquilo, que cuando descubráis tierra tendréis a un
agente de campo en San Salvador. Y podréis cruzar una puerta en una de las
pocas chozas que tienen los indígenas de esa isla. Aunque pensándolo también podéis
descubrir tierra y volver al despacho donde os esperará el funcionario para
abriros de nuevo la puerta. Eso lo dejo a vuestra elección de si queréis viajar
a tierras tropicales.
Julián soltó:
-Creo que no sería buena idea que te picara un mosquito o un
bicho en el año 1492 del que a lo mejor se desconoce una vacuna.
En el camino hacia la puerta que debían de entrar fue una
verdadera comedia el tener que llevar cargado a Alonso como si de un maniquí se
tratase, no era mucho más sencillo el que se hubiera bebido el vaso justamente
cuando entrase en la puerta, eso era lo que pensaba una y otra vez Julián que
veía que cada vez aquello era un esperpento digno de Valle Inclán. Tras pasar
por el Bedel que seguía ocupado en su habitual lectura bajaron las escaleras
con dificultad, hasta que el Bedel apareció de repente y parecía colaborativo.
-Se me ha dormido el brazo. Se quejaba Amelia la cual
parecía disfrazada para la ocasión en aquel año que no era muy habitual ver a
una mujer a bordo.
Tras señalar la puerta y ver que el Bedel terminaba de
ayudarlos a dejar a Alonso sobre los hombros de Julián. Amelia entró la primera
y para hacer honor a lo que hacía Alonso, Julián se persignó. Escuchó un breve
murmullo de su amigo Alonso que seguía con los ojos cerrados.
-Tranquilo aguanta que ya estamos pronto dentro del barco.
Respondió Julián para finalmente entrar por la puerta.
Y tras atravesar la puerta, púes la patrulla se encontró que
estaban en el barco o más conocida como la carabela “La Pinta”. Según Salvador debía
de encontrarse con uno de los grumetes enrolados y que era uno de los
funcionarios del tiempo pero allí tan solo en el despacho se encontraron de
nuevo con el ya conocido Gil Pérez el
cual quizás por la cara de asombro de los presentes, incluido un despertado
Alonso respondió enseguida.
-Tranquilos que
solo es provisional, estoy sustituyendo al grumete que os tendríais que haber encontrado,
pero le salió la misión de salvar a Alfonso XII. Ya sabéis lo difícil que es
ese Rey pero siempre se mantiene vivo. Bien el plan es que al final nuestro
popular marinero que dirá lo de “tierra a la vista” va a tener que ser
sustituido, tenéis nombres encubiertos y Amelia lo siento pero debo decirte que
debes de permanecer en este lugar, no hemos podido usar ningún traje para
camuflarte, ya se sabe que el Ministerio siempre anda corto de presupuesto.
No le debió de
parecer nada correcto por el gesto que hizo pero por ello no tuvo más remedio
que sentarse y aceptar. Aunque en el fondo sabía que debía de realizar algo.
Finalmente Alonso
se preguntó el motivo de porque se andaban en un barco con lo que se mareaba el
allí. A lo que Julián no hacía más que reírse. Cuando finalmente salieron a superficie se
encontraron en mitad del mar y Gil Pérez le presentó a Martín Alonso Pinzón. El
cual no dejo ni un instante y los puso a fregar la cubierta, como ambos desconocían
las técnicas de barco.
Alonso a
regañadientes intentaba decirle a Julián que aquello no era buena idea. Ya en
la cena se lo recordaría.
-Creo que esta misión
no va a ninguna parte.
-Debemos de
respetar la historia, el descubrimiento de América fue un gran avance para la
sociedad.
Así que día tras día
parecía que aquel barco no se movía y empezaron las broncas mientras a los
lejos se seguía divisando los mismos dos barcos que acompañaban a la pinta.
-Santa María que
pinta tiene tu niña. Soltó Julián cuando se acordaba de aquellos exámenes de
historia que tenía que hacer cuando era pequeño.
-¿Qué estáis
bramando?
-Nada Alonso, solo
es un lema parar recordar estos barcos.
Y parecía que los días
seguían siendo semanas. Hasta que finalmente alguien subió a lo alto del barco,
en la cola donde el vigía actuaba siempre de oficio.
-Parece Ame….
-Demonios ¿Qué hace
ese grumete subiendo por el mástil?
El hermano Pinzón
extrañado se quedó señalando a sus hombres, acerca de ese misterioso hombre o
en este caso mujer que subía a lo alto.
Finalmente llegaba
y se quedaba mirando a lo lejos con algo que Julián reconoció como unos prismáticos
pero de su tiempo y no de tiempos aquellos.
-¡TIERRA A LA VISTA!
Aquella voz tan
grave o que intentaba ponerla de un modo grave, en efecto dio con que Julián se
topara con Amelia.
Enseguida los
grumetes y todos los miembros de aquel barco empezaron a aplaudir y bailar como
si de una obra de teatro resultase. Julián no podía creer que después de tanto
tiempo pudiesen encontrar tierra, y lo más sorprendente es que al final no habían
logrado hacer nada.
Cuando el ser
misterioso bajo de arriba, pudo ver que se trataba de una barba postiza. Julián,
el “hombre” misterioso y Alonso bajaron hasta el despacho.
-Te podrían haber
descubierto.
-Fue una orden de
Salvador, así que no me iba a quedar cruzada de brazos.
Gil Pérez que
andaba por allí finalmente los abrió la puerta para que volviesen al Ministerio
del año 2016.
-Parece que
finalmente tendré una semana de vacaciones por haber sustituido al grumete
funcionario.
-Te lo has ganado.
Bramó Julián un poco y aun enfadado por la temeridad que había hecho Amelia que
aun Alonso no se creía que una mujer se pudiese haber hecho pasar por un
hombre.
Tras cruzar la
puerta, Julián le explico que en el mundo actual cualquiera se podría disfrazar
de hombre o de mujer.
-Parece obra del mismísimo
diablo, que alguien se haga pasar por una cosa que no es.
Comentó Alonso,
mientras la patrulla se disponía y subía hacia el despacho de Salvador. El cual
les esperaba sentado leyendo un tomo acerca del Descubrimiento de América.
-Bien, parece que
tras haber hecho la misión todo ha quedado tal y como está la historia.
En el tomo se podía
leer que un hombre llamado Pedro de Lope con una barba muy rara se dispuso a su
lugar de trabajo y que enseguida gritó tierra a la vista. Y que enseguida otros
miembros gritaron lo mismo en los otros barcos, esto hizo que Colon se sintiese
aliviado a la vez que demostraba que tenía razón.
Alonso parecía haberse
quedado distraído con lo del cambio de sexo y no había pensado en el viaje del
barco pese haber estado mareado durante toda la misión.
FIN
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