jueves, 7 de abril de 2016

Capítulo 1: Fanfictión del Ministerio del Tiempo



Tiempo de tierra a la vista



Salvador se encontraba en su habitual despacho e iba de un sitio a otro intentando encontrar explicación alguna de los documentos encontrados acerca de algo ocurrido en Barcelona 92. Hasta que de nuevo su secretaria entro en el despacho con rapidez como siempre pasaba y era habitual sin llamar a la puerta.

Salvador: Seguimos en las mismas que esta secretaria sigue sin llamar a la puerta.

Angustias: Jefe tenemos problemas, Pedro de Lope no ha cantado lo de tierra a la vista.

Salvador: Bien pues llame a la patrulla, intentaremos arreglar el asunto. ¿Y por cierto se sabe algo de Cristóbal Colon? 

Angustias: Pues que seguramente tendrá tanta ansiedad que estará al borde de un ataque de nervios. 

Angustias salió del despacho y aviso como era de costumbre a la patrulla, si la habitual patrulla que todos conocemos. Julián, Amelia y Alonso los cuales parecían encontrarse distraídos en la cafetería, Alonso con un nuevo libro esta vez tocaban la literatura del siglo de Bécquer. Amelia siempre se había caracterizado por ver los ojos de Julián pero este parecía absorto y a la vez sonriente observando el libro de Alonso.

Tras el aviso del móvil, los tres se miraron y Julián bramó:

-Ya nos toca movernos a salvar el ministerio. 

Para que finalmente Alonso aquejado saltara:

-Con la parte buena que tocaba, espero que sea algo de verdadera importancia.

Los tres caminaron hacia el despacho de Salvador, el cual parecía que estaba ocupado dentro en alguna de sus conversaciones con alguien del ministerio.

-Que no, que cuantas veces tengo que contarle que no podemos poner cañones en la parte alta del Escorial, tranquilo que el monasterio es seguro Felipe. 

Después pareció colgar para finalmente a los tres de la patrulla, aunque Julián se quedó sonriendo como habitualmente lo hacía cada vez que algo le sorprendía de nuevo. 

-¿Felipe el hijo de Juan Carlos? Preguntó Julián

A lo que enseguida Amelia preguntó:

-¿Juan Carlos? 

Para finalmente cortar la conversación Salvador como ya era habitual y respondía:
-No, es Felipe II que está en su silla observando las obras y piensa que se tiene que poner cañones en un monasterio que solo servirá para enterrar a reyes. 

A lo que finalmente Julián respondía:
-Siempre se me olvidaba en el examen de historia quien construyo el Monasterio de El Escorial.

Alonso observaba curioso y se acariciaba su bigote mientras que intentaba seguir la conservación, aunque sabía de quien se trataba.

Amelia respondió a Julián:
-Es muy fácil fue Juan de Herrera.

Y como ya era tarde Salvador se puso a agitar los brazos como si de un profesor de colegio se tratase cuando los alumnos no paran de hablar en mitad de la clase y no le dejan de dar la explicación.


-Vamos a lo serio, se habla de que Cristóbal Colon tiene un ataque de nervios y no puede medir la tensa situación, para colmo Pedro de Lope aparte de quedarse dormido cuando tenía que haber gritado tierra, se ha quedado afónico así que tenemos que ayudarle porque como siga cambiando de rumbo el barco de Colon vamos a descubrir Pernambuco o directamente Cristóbal Colon será colgado del palo mayor por haber prometido cosas que no se pueden cumplir. 

Alonso muy serio preguntó:
-¿Pero Colon tenía razón no? 

A lo que Amelia respondió:
-Si tenía razón pero sus hombres deseaban que se tocase tierra en cuanto antes, antiguamente los viajes en barco.

Alonso asustado bramó:
-¿Vamos a viajar en barco? 

Julián divertido respondió:
-Siempre podemos dejarte aquí 

Salvador viendo que Alonso parecía quedarse atrás y a lo que el ya parecía de saber de otra aventura del pasado le señalo un vaso y respondió:
-Para eso ya tenemos las medidas necesarias. 

Julián observó aquel vaso de un color blanco nieve bastante inusual.
-¿Le vais a drogar? 

Y finalmente Salvador le alzo el vaso a Alonso para que este se persignará un par de veces y alzase de nuevo su voz.
-No confío en los matasanos, espero que este brebaje no me lleve a la tumba. 

Alonso cayó desplomado y Julián además de Amelia cogió a Alonso para que no cayera en el suelo, alarmados miraron a Salvador. 

-Parece que ha hecho efecto el sedante. 

A lo que Amelia alarmada preguntó:
¿Ahora se droga a los empleados del Ministerio? 

Y Salvador respondió:
-Tan solo en ocasiones especiales, seguramente que no se enterará de nada cuando ya esté en el barco. 

A lo que Julián preguntó:
-¿Y en la vuelta como lo hacemos?
Salvador finalmente dijo:
-Tranquilo, que cuando descubráis tierra tendréis a un agente de campo en San Salvador. Y podréis cruzar una puerta en una de las pocas chozas que tienen los indígenas de esa isla. Aunque pensándolo también podéis descubrir tierra y volver al despacho donde os esperará el funcionario para abriros de nuevo la puerta. Eso lo dejo a vuestra elección de si queréis viajar a tierras tropicales. 

Julián soltó:
-Creo que no sería buena idea que te picara un mosquito o un bicho en el año 1492 del que a lo mejor se desconoce una vacuna. 

En el camino hacia la puerta que debían de entrar fue una verdadera comedia el tener que llevar cargado a Alonso como si de un maniquí se tratase, no era mucho más sencillo el que se hubiera bebido el vaso justamente cuando entrase en la puerta, eso era lo que pensaba una y otra vez Julián que veía que cada vez aquello era un esperpento digno de Valle Inclán. Tras pasar por el Bedel que seguía ocupado en su habitual lectura bajaron las escaleras con dificultad, hasta que el Bedel apareció de repente y parecía colaborativo. 

-Se me ha dormido el brazo. Se quejaba Amelia la cual parecía disfrazada para la ocasión en aquel año que no era muy habitual ver a una mujer a bordo.  

Tras señalar la puerta y ver que el Bedel terminaba de ayudarlos a dejar a Alonso sobre los hombros de Julián. Amelia entró la primera y para hacer honor a lo que hacía Alonso, Julián se persignó. Escuchó un breve murmullo de su amigo Alonso que seguía con los ojos cerrados.
-Tranquilo aguanta que ya estamos pronto dentro del barco. Respondió Julián para finalmente entrar por la puerta. 

Y tras atravesar la puerta, púes la patrulla se encontró que estaban en el barco o más conocida como la carabela “La Pinta”. Según Salvador debía de encontrarse con uno de los grumetes enrolados y que era uno de los funcionarios del tiempo pero allí tan solo en el despacho se encontraron de nuevo con el ya conocido Gil Pérez el cual quizás por la cara de asombro de los presentes, incluido un despertado Alonso respondió enseguida.

-Tranquilos que solo es provisional, estoy sustituyendo al grumete que os tendríais que haber encontrado, pero le salió la misión de salvar a Alfonso XII. Ya sabéis lo difícil que es ese Rey pero siempre se mantiene vivo. Bien el plan es que al final nuestro popular marinero que dirá lo de “tierra a la vista” va a tener que ser sustituido, tenéis nombres encubiertos y Amelia lo siento pero debo decirte que debes de permanecer en este lugar, no hemos podido usar ningún traje para camuflarte, ya se sabe que el Ministerio siempre anda corto de presupuesto.

No le debió de parecer nada correcto por el gesto que hizo pero por ello no tuvo más remedio que sentarse y aceptar. Aunque en el fondo sabía que debía de realizar algo. 

Finalmente Alonso se preguntó el motivo de porque se andaban en un barco con lo que se mareaba el allí. A lo que Julián no hacía más que reírse.  Cuando finalmente salieron a superficie se encontraron en mitad del mar y Gil Pérez le presentó a Martín Alonso Pinzón. El cual no dejo ni un instante y los puso a fregar la cubierta, como ambos desconocían las técnicas de barco. 

Alonso a regañadientes intentaba decirle a Julián que aquello no era buena idea. Ya en la cena se lo recordaría. 

-Creo que esta misión no va a ninguna parte.
-Debemos de respetar la historia, el descubrimiento de América fue un gran avance para la sociedad.


Así que día tras día parecía que aquel barco no se movía y empezaron las broncas mientras a los lejos se seguía divisando los mismos dos barcos que acompañaban a la pinta. 

-Santa María que pinta tiene tu niña. Soltó Julián cuando se acordaba de aquellos exámenes de historia que tenía que hacer cuando era pequeño.

-¿Qué estáis bramando?
-Nada Alonso, solo es un lema parar recordar estos barcos.
Y parecía que los días seguían siendo semanas. Hasta que finalmente alguien subió a lo alto del barco, en la cola donde el vigía actuaba siempre de oficio.
-Parece Ame….

-Demonios ¿Qué hace ese grumete subiendo por el mástil? 

El hermano Pinzón extrañado se quedó señalando a sus hombres, acerca de ese misterioso hombre o en este caso mujer que subía a lo alto.  

Finalmente llegaba y se quedaba mirando a lo lejos con algo que Julián reconoció como unos prismáticos pero de su tiempo y no de tiempos aquellos. 

-¡TIERRA A LA VISTA!

Aquella voz tan grave o que intentaba ponerla de un modo grave, en efecto dio con que Julián se topara con Amelia. 

Enseguida los grumetes y todos los miembros de aquel barco empezaron a aplaudir y bailar como si de una obra de teatro resultase. Julián no podía creer que después de tanto tiempo pudiesen encontrar tierra, y lo más sorprendente es que al final no habían logrado hacer nada. 

Cuando el ser misterioso bajo de arriba, pudo ver que se trataba de una barba postiza. Julián, el “hombre” misterioso y Alonso bajaron hasta el despacho. 

-Te podrían haber descubierto.

-Fue una orden de Salvador, así que no me iba a quedar cruzada de brazos. 

Gil Pérez que andaba por allí finalmente los abrió la puerta para que volviesen al Ministerio del año 2016.
-Parece que finalmente tendré una semana de vacaciones por haber sustituido al grumete funcionario.
-Te lo has ganado. Bramó Julián un poco y aun enfadado por la temeridad que había hecho Amelia que aun Alonso no se creía que una mujer se pudiese haber hecho pasar por un hombre.
Tras cruzar la puerta, Julián le explico que en el mundo actual cualquiera se podría disfrazar de hombre o de mujer. 

-Parece obra del mismísimo diablo, que alguien se haga pasar por una cosa que no es.  
Comentó Alonso, mientras la patrulla se disponía y subía hacia el despacho de Salvador. El cual les esperaba sentado leyendo un tomo acerca del Descubrimiento de América. 

-Bien, parece que tras haber hecho la misión todo ha quedado tal y como está la historia. 

En el tomo se podía leer que un hombre llamado Pedro de Lope con una barba muy rara se dispuso a su lugar de trabajo y que enseguida gritó tierra a la vista. Y que enseguida otros miembros gritaron lo mismo en los otros barcos, esto hizo que Colon se sintiese aliviado a la vez que demostraba que tenía razón.
Alonso parecía haberse quedado distraído con lo del cambio de sexo y no había pensado en el viaje del barco pese haber estado mareado durante toda la misión.

FIN
 

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